Conoce la admirable labor de estas mujeres que con sus manos dan vida al barro, labrando piezas únicas, inspiradas en su propia cultura. Artesanía con mano de mujer que en el torno da forma, y con que con el fuego termina de crear su obra de arte.
En la comunidad Las Cureñas, Jinotega, un grupo de 12 mujeres se dedican a elaborar artesanía de cerámica negra, trabajo con el cual mantienen vivo el legado de sus antepasados.
Doña Nicolasa Herrera y Rita Herrera son parte de la «Coopertiva San José de Las Cureñas», una de las tantas cooperativas que existen en la comunidad que lleva el mismo nombre, donde la artesanía de cerámica negra se ha convertido en una de las principales fuentes de empleo. A diario estas mujeres elaboran vasijas, jarrones, platos, diablitos, tazas para café, vasos para vino, azucareras y adornos de toda clase, que engalanan la pequeña tienda que tienen en la entrada de la casa; el valor de los productos varían dependiendo del tamaño y el diseño.
Prepraración:Obtener una pieza de cerámica negra, no están facil, ni mucho menos rápido, pues hay todo un proceso para poder ver el producto terminado.
Primero hay que recogee el barro y la arcilla, luego lo arrancan lo trasladan en sacos hasta el taller, una vez en ahí, lo colocan en una tina grande y lo humedecen para que se suavice, luego cuelan el producto y cuando “tiene el punto”, lo trasladan a unas pilas especiales, para ir sacando poco a poco el material que es moldeado en el torno.
Una vez que moldean la pieza, le dan el mantenimiento debido a la pieza en su casa, durante tres días: la pulen cuatro veces con piedras de mar hasta sacarle el particular brillo.
Una vez pulida la pieza, es asoleada antes de ser sometida a cuatro horas en un horno artesanal, de donde son retiradas hasta que están “al rojo vivo” y luego las colocan sobre una cama de colochos aserrín, para que tome el color negro.
Finalmente con un fino pincel les elaboran sencillos diseños y les imprimen el nombre de la cooperativa.