Recién sacadas del horno, estas crujientes rosquillas se venden como pan caliente, apetecidas por su sabor único, pues son elaboradas con mucho amor.
Doña Miriam Martínez se levanta muy tempranito a sacar la tarea del día, a las 6 de la mañana, ya está listo el primer horneado, justo a tiempo para degustarlas con una buena taza de café.
La variedad es indiscutible, se puede elegir entre hojaldras, rosquillas, rosquetes y pan.
Doña Miriam trabaja en compañía de algunos vecinos, pues ella sola no da abasto con los pedidos y le toca hornear 3 veces a la semana.